Los
inicios: Egipto
El ser humano se ha
sentido atraído por el mar desde sus primeros pasos. Por su afán de explorar lo
desconocido y ver más allá aunque también por necesidad: La necesidad de pescar
para alimentarse, comerciar para adquirir nuevos artículos y prosperar, por motivos estratégicos como defenderse de ataques enemigos o atacar a
otros grupos… etc. El barco como unidad de transporte y militar, desde las
primeras naves costeras y fluviales hasta los modernos colosos de metal que
surcan los océanos a diario, ha variado
mucho con el paso de los siglos dependiendo de la tecnología existente y las
necesidades de cada momento.
Un claro ejemplo de esto es el antiguo Egipto, donde se
construían sólidas embarcaciones alargadas y estrechas de quilla curva, con el
objetivo de surcar el Nilo. (Para aquellos no familiarizados con el mundo
naval, en términos generales la quilla sería la “columna vertebral” del barco,
y las cuadernas, las “costillas”). Conseguir una correcta estanqueidad en los
extremos del casco era complicado, por lo que se curvó hacia arriba con
tablones de acacia superpuestos y firmemente sujetos mediante una gruesa soga
que lo atravesaba longitudinalmente. Se cree que los remos fueron inventados en el país de los faraones hacia el año 2500 a.C.
Se usaba más la vía fluvial que la terrestre, ya que
era considerada relativamente más segura y rápida (recordemos que el Nilo
atraviesa Egipto a modo de eje sur-norte, desembocando en el mar Mediterráneo,
o Gran Verde como era llamado por los Egipcios, floreciendo en sus costas el
antiquísimo país de Kemet). Ya en
tiempos proto-históricos hay evidencias de la construcción de barcos para
desplazarse más rápidamente por el río dentro de las fronteras, y en la Paleta
de Narmer fechada en el tercer milenio antes de Cristo, destaca un bajel con la
proa y la popa prácticamente verticales. Sólo gracias al Nilo y a sus canales
adyacentes fue posible la existencia de esta gran civilización y acorde con
esto se desarrolló una tecnología
naval característica empleada en el
transporte y la pesca, el comercio y la guerra, pero rara vez abandonando la
seguridad del Nilo hacia el “Gran Verde”; Aun así también hay evidencias de
barcos de transporte marítimo, y navíos de mayor calado que podían llegar a las
costas fenicias, Chipre, Creta y el Egeo o el mar rojo.
Desde el Imperio antiguo se usaron las barcas fluviales que vieron muy pocas variaciones con el paso de los siglos (incluso hoy en día se siguen usando embarcaciones de madera similares en algunos tramos del río, salvando las distancias). Gracias a representaciones artísticas, textos, maquetas, e incluso el hallazgo de naves funerarias en los complejos piramidales, conocemos de manera aproximada el arte naval egipcio.
Desde el Imperio antiguo se usaron las barcas fluviales que vieron muy pocas variaciones con el paso de los siglos (incluso hoy en día se siguen usando embarcaciones de madera similares en algunos tramos del río, salvando las distancias). Gracias a representaciones artísticas, textos, maquetas, e incluso el hallazgo de naves funerarias en los complejos piramidales, conocemos de manera aproximada el arte naval egipcio.
Barco de Sahure, 5º dinastía durante el Imperio Antiguo |
No sólo eran usados con fines bélicos o comerciales, también
religiosos. En Tebas, en el templo de Karnak durante la festividad de Opet en
la que se reforzaban los lazos del faraón con la triada tebana, la barca del
dios Amón salía en procesión hasta el templo de Luxor (unos 3 km) atravesando
la avenida de las esfinges y llevada a hombros por los sacerdotes.
Asimismo, también estaban presentes en ritos funerarios. Por ejemplo en los fosos al pie de la Gran Pirámide de Giza en 1954, se encontró la denominada “Barca funeraria de Keops”, un navío de gran tamaño que se asoció a este faraón de la cuarta dinastía y que podemos apreciar en la imagen siguiente. A continuación el mapa de Egipto durante la época faraónica, de manera aproximada, ya que varió a lo largo de los siglos con los continuos conflictos fronterizos que tuvo el "país de la tierra negra" con sus vecinos, principalmente libios y nubios, aunque también debido a episodios de guerras civiles. Se aprecia la vida floreciendo en las orillas del Nilo en contraposición al desierto circundante, y la exuberancia del delta (Bajo Egipto) distinguiéndose claramente del Alto Egipto, mucho más árido.
Asimismo, también estaban presentes en ritos funerarios. Por ejemplo en los fosos al pie de la Gran Pirámide de Giza en 1954, se encontró la denominada “Barca funeraria de Keops”, un navío de gran tamaño que se asoció a este faraón de la cuarta dinastía y que podemos apreciar en la imagen siguiente. A continuación el mapa de Egipto durante la época faraónica, de manera aproximada, ya que varió a lo largo de los siglos con los continuos conflictos fronterizos que tuvo el "país de la tierra negra" con sus vecinos, principalmente libios y nubios, aunque también debido a episodios de guerras civiles. Se aprecia la vida floreciendo en las orillas del Nilo en contraposición al desierto circundante, y la exuberancia del delta (Bajo Egipto) distinguiéndose claramente del Alto Egipto, mucho más árido.
Barca de Keops |
El concepto de combate naval se desarrolló en el s. XIV
a.C. y Egipto asimiló dichos conocimientos durante el reinado del faraón
Tutmosis III, el faraón guerrero por excelencia. Uno de los episodios militares
más característicos del uso por parte de los egipcios de este tipo de embarcaciones,
fue la batalla del delta contra los Pueblos del Mar. No se sabe a ciencia cierta la identidad
de esta coalición de “pueblos extranjeros” que llegaron a Egipto en dos grandes
oleadas durante el Imperio Nuevo, (la primera durante el reinado de Merneptah
en el 1208 a.C.) pero fue en el reinado de Ramsés III considerado el último
gran faraón, cuando se produjo la famosa batalla del Nilo. Se cree que eran de
origen griego, sirio y de las islas del Mediterráneo entre otros. Divididos por
los egipcios en varios grupos, Sherden, shekelesh, tjekker, weshesh, denjen y
Peleset (estos últimos los filisteos que dieron nombre a Palestina) se enfrentaron
con el ejército y la armada egipcios hacia el 1190 a.C. en el delta del Nilo
(otras fuentes hablan del 1179 a.C.).
Las fuentes egipcias referidas al enfrentamiento de Ramsés III con los Pueblos del Mar son los textos del templo funerario de Medinet Habu, complementada por el papiro Harris escrito este tras la muerte del faraón. Se cree que este conflicto fue contemporáneo de la guerra de Troya narrada en la Ilíada de Homero, y recogido en los archivos hititas (El imperio hitita, el gran rival de Ramsés II en la batalla de Qadesh, desapareció bruscamente hacia el 1200 a.C. y se cree que fue causa directa de los ataques de esta horda).
Las fuentes egipcias referidas al enfrentamiento de Ramsés III con los Pueblos del Mar son los textos del templo funerario de Medinet Habu, complementada por el papiro Harris escrito este tras la muerte del faraón. Se cree que este conflicto fue contemporáneo de la guerra de Troya narrada en la Ilíada de Homero, y recogido en los archivos hititas (El imperio hitita, el gran rival de Ramsés II en la batalla de Qadesh, desapareció bruscamente hacia el 1200 a.C. y se cree que fue causa directa de los ataques de esta horda).
El barco de guerra en tiempos de Ramsés III
había evolucionado respecto a tiempos anteriores, y estaba alejada de los tradicionales
navíos egipcios. Estaban influenciados por modelos mediterráneos, con un casco
más corto y robusto (ya no era necesaria la técnica tradicional consistente en
cuerdas de sujeción) y la popa menos curvada. Tenían una eslora de unos 30 m e
iban impulsados por la fuerza del viento gracias a una vela cuadrada, ya sin
botavara (verga horizontal en la que se apoyaba la vela), y también gracias a
un número de remeros cifrado entre 16 y 22.
Reconstrucción de una nave de la flota de Ramsés III |
En contraposición, la flota de los Pueblos del Mar eran
agrupaciones navales no muy numerosas, de origen sirio, egeo y mediterráneo.
Esto da fe de la gran diversidad de la que fueron testigos las diferentes y
desafortunadas ciudades-estado como Ugarit, o naciones e imperios como Alashiya
(Chipre), la civilización micénica o los hititas, que sufrieron las invasiones
de dichos pueblos y terminaron sucumbiendo.
Estos navíos seguían un esquema típicamente del Egeo, con un casco alargado y provisto de quilla; castillos a proa y a popa y un mástil con vela cuadrada con una cofa para el vigía. El impulso se conseguía gracias a la citada vela, y también a la fuerza de los remos.
Estos navíos seguían un esquema típicamente del Egeo, con un casco alargado y provisto de quilla; castillos a proa y a popa y un mástil con vela cuadrada con una cofa para el vigía. El impulso se conseguía gracias a la citada vela, y también a la fuerza de los remos.
Al ser un conjunto de pueblos en migración, sus mujeres,
niños y bienes viajaban en lentas carretas tiradas por bueyes, probablemente
con una escolta armada de hombres y carros, que fueron atacadas sin piedad y
destruidas por los soldados egipcios. Los supervivientes de los diversos
enfrentamientos fueron tomados como esclavos.
Mientras tanto, la fuerza naval invasora se internó en el delta quedando rápidamente atrapada en los canales flanqueados por juncos y diversa vegetación. Los egipcios, conocedores del terreno, les prepararon una serie de emboscadas donde lanzaron una auténtica lluvia de flechas, aprestando para ello multitud de arqueros en el laberíntico escenario del delta. Atrapados en estos traicioneros canales, las naves de los pueblos del mar mientras eran sometidas a un incesante caer de flechas y proyectiles, se encontraron por sorpresa con las egipcias que las embistieron una y otra vez golpeando con sus espolones de proa, hasta conseguir volcarlos o hundirlos. Otra táctica ejecutada con éxito por los egipcios fue la de embestir al enemigo por la popa y tomar sus naves al asalto.
El resultado fue la derrota de un peligroso enemigo que había sembrado el caos y la destrucción allá por donde pasaba. Y aunque el peligro no fue del todo eliminado (el faraón tuvo que construir numerosas fortificaciones en el Sinaí y la frontera libia), los Pueblos del Mar habían sido dispersados; Egipto estaba salvado.
Mientras tanto, la fuerza naval invasora se internó en el delta quedando rápidamente atrapada en los canales flanqueados por juncos y diversa vegetación. Los egipcios, conocedores del terreno, les prepararon una serie de emboscadas donde lanzaron una auténtica lluvia de flechas, aprestando para ello multitud de arqueros en el laberíntico escenario del delta. Atrapados en estos traicioneros canales, las naves de los pueblos del mar mientras eran sometidas a un incesante caer de flechas y proyectiles, se encontraron por sorpresa con las egipcias que las embistieron una y otra vez golpeando con sus espolones de proa, hasta conseguir volcarlos o hundirlos. Otra táctica ejecutada con éxito por los egipcios fue la de embestir al enemigo por la popa y tomar sus naves al asalto.
El resultado fue la derrota de un peligroso enemigo que había sembrado el caos y la destrucción allá por donde pasaba. Y aunque el peligro no fue del todo eliminado (el faraón tuvo que construir numerosas fortificaciones en el Sinaí y la frontera libia), los Pueblos del Mar habían sido dispersados; Egipto estaba salvado.
Ilustración de los Pueblos del Mar en el delta |
“…los
ingobernables sherden a quienes nadie ha sabido combatir, llegaron osados en
sus naves de guerra más allá de los mares, sin que nadie hubiera podido
resistirse a ellos.”
Inscripción de Ramsés III en una estela de Tanis
La
evolución naval griega y Salamina
Los griegos también fueron grandes marineros y fundaron
una vasta red de ciudades por el Egeo y el Mediterráneo. Desde los inicios de
la Grecia minoica y micénica hasta el esplendor del imperio de Alejandro y la
conquista romana, los griegos se relacionaron ampliamente con el mar. Uno de
sus principales dioses, Poseidón, hermano de Zeus y Hades, era el dios de los
océanos. Según la mitología griega, este compitió con Atenea por ser la deidad
de la ciudad de Atenas. Tocó la Acrópolis o parte alta de la ciudad con su tridente,
y de ella manó agua de mar. Atenea respondió plantando un olivo, y con ello se
ganó los corazones de los atenienses, que consideraron la posibilidad de
plantar dichos árboles y sus frutos de mayor importancia que la demostración
ofrecida por Poseidón. Aunque según la leyenda finalmente los ciudadanos de la
polis dedicaron su ciudad a Atenea, su relación con el mar fue siempre intensa
y su flota fue formidable.
Los griegos usaron sus navíos tanto para comerciar como
para hacer la guerra entre las diferentes polis, estados extranjeros, enemigos comunes (aunque poco
habitual ya que no había un estado helénico unificado) ...etc. Ya desde el periodo
proto-histórico hay evidencias de esta relación marítima, y conocemos las naves del mundo
micénico gracias a la iconografía de sus vasos. El mismo Homero en la Iliada
escribe acerca de “las negras naves” de multitud de remos, en referencia
seguramente al pez negruzco usado para volverlas estancas.
Desde el s. VIII a.C. hay referencia de barcos de 50 remos: los pentecónteros. Tanto el navío de Jasón y los Argonautas que según el relato mitológico viajaron a la Cólquide a por el Vellocino de Oro, como el de Ulises, son descritos con el mismo número de tripulantes. Eran largas y estrechas, impulsadas tanto a remos como a vela, rápidas, y por lo general dotadas de una gran capacidad de maniobra. Eran en cambio muy poco marineras, lo que les convirtió a menudo en presa de las tempestades, aunque la costumbre indicaba que no se hiciera uso de ellas durante la temporada mala. Estas “naves largas” se denominaban así quizás para diferenciarlas de otras existentes en la época de sólo 30 remeros: los triacónteros. Lo más seguro es que también hubiesen navíos de tamaños y tripulaciones diferentes . Aproximadamente tenían unos 30 m de eslora y 6m de manga.
Desde el s. VIII a.C. hay referencia de barcos de 50 remos: los pentecónteros. Tanto el navío de Jasón y los Argonautas que según el relato mitológico viajaron a la Cólquide a por el Vellocino de Oro, como el de Ulises, son descritos con el mismo número de tripulantes. Eran largas y estrechas, impulsadas tanto a remos como a vela, rápidas, y por lo general dotadas de una gran capacidad de maniobra. Eran en cambio muy poco marineras, lo que les convirtió a menudo en presa de las tempestades, aunque la costumbre indicaba que no se hiciera uso de ellas durante la temporada mala. Estas “naves largas” se denominaban así quizás para diferenciarlas de otras existentes en la época de sólo 30 remeros: los triacónteros. Lo más seguro es que también hubiesen navíos de tamaños y tripulaciones diferentes . Aproximadamente tenían unos 30 m de eslora y 6m de manga.
Pentecóntero |
El arma principal de estos barcos era un espolón de
bronce reforzado a proa, con unos 200 kg de peso y cuya función era impactar en
la línea de flotación del enemigo para echarlo a pique, o embestir la fila de
remos para quebrarlos dejando así la nave sin gobierno y con escasas
posibilidades de victoria. Aun así los abordajes eran los que decidían las
batallas, ya que estos barcos aún no eran lo suficientemente sólidos como para
embestir otra nave con su espolón sin sufrir daños propios. Los palos y las
velas eran arriadas y dejadas en tierra antes de una batalla, ganando así
espacio para los tripulantes y combatientes, y aligerando el peso de la
embarcación. En resumen, la potencia que contaba en una batalla eran los
músculos de los hombres que impulsaban estos navíos en pos del enemigo, y su
coordinación.
Otro pueblo de grandes marinos fueron los fenicios.
Eran pioneros en navegar por alta mar, y cruzaron el Mediterráneo guiándose por
el sol y las estrellas fundando colonias (Cartago, Tingis, Gadir, Leptis…), con
naves perfectamente preparadas para surcarlo aunque con una orientación más
comercial que militar (Los principales enclaves fenicios, Biblos, Sidón y Tiro
eran ricas ciudades que vivían principalmente del comercio).
Crearon una especie de talasocracia comercial, llegando desde la región donde se ubicaban estas ciudades (Canaán) comprendiendo áreas de los actuales Israel, Siria y Líbano, a las columnas de Heracles (estrecho de Gibraltar).
Crearon una especie de talasocracia comercial, llegando desde la región donde se ubicaban estas ciudades (Canaán) comprendiendo áreas de los actuales Israel, Siria y Líbano, a las columnas de Heracles (estrecho de Gibraltar).
Maqueta de birreme griego |
Fue este pueblo al que se debe la evolución de estas
naves en birremes; Para la misma eslora (longitud del navío), se añadió una fila más de remos
situada más adentro y en posición ligeramente superior a la hilera externa.
Cada puesto estaba ocupado por dos hombres, de ahí su nombre, y se ganó en
velocidad la cual era fundamental a la hora de ejecutar cualquier maniobra
naval, especialmente en combate.
La lógica evolución de estos barcos fue la introducción
de una fila más de remos, naciendo de esta forma la triera o el trirreme.
Esta tercera fila no se alojaba dentro del casco, sino en una
plataforma puesta en saledizo sobre la borda. Esto permitía a estas novedosas
naves conservar el perfil estrecho, esbelto y rápido. Como ganó velocidad y
potencia con la incorporación de nuevos remeros, para evitar daños propios cuando se embestía al enemigo e impedir que la nave enemiga se
desplazara demasiado a lo largo del espolón con la posibilidad de dañar el
castillo de proa, se protegió por delante con una roda. Así mismo, para evitar
la entrada de agua por la chumacera (el agujero por donde salía el remo), se
colocaban unas mangas de cuero cosidas desde dentro.
Ilustración de trirreme (o triera) ateniense y secciones |
Un trirreme disponía de una dotación de unos 170
remeros, divididos en 54 a estribor (derecha) y otros 54 a babor (izquierda). Los de la fila inferior
eran denominados talamitas, la fila
intermedia zigitas y la superior en
voladizo tranitas. El piloto
(trierarca), el timonel (keleustes), el oficial de proa, el carpinetero…etc
conformaban el resto de la tripulación.
Posible distribución de los tres órdenes de remeros en un trirreme fenicio y otro griego |
Estos barcos del mundo antiguo embestían con sus
espolones, y utilizaban dos maniobras básicas: El periplus y el diekplus.
El periplus era la “simple” maniobra de acercarse a uno de los lados de la nave
enemiga, y golpear con el espolón su línea de flotación. El diekplus requería
más pericia y sangre fría. El navío atacante debía dirigirse a un hueco entre
dos barcos enemigos y maniobrar hacia el costado de uno de ellos pero sin la
intención de hundirlo. El principal objetivo era quebrar los remos enemigos con
el devastador efecto que esto producía en los remeros, con terribles heridas en
brazos, pecho y espalda.
En el año 525 a.C. Polícrates, tirano de Samos, envió
una flota al rey persa Cambises compuesta por este nuevo tipo de barco que, según
Tucídides, fue inventado por los corintios. Al principio no conoció un gran
desarrollo debido a la cantidad de remeros a llevar y su elevado costo de
construcción y mantenimiento, pero a finales del s. VI y principios del V a.C., todas las
potencias navales empezaban a apostar por los trirremes e iniciaron una
escalada constructiva sin precedentes. En el 494 a.C. se da la primera batalla
naval en la que las trieras son ya protagonistas, situada en Lade entre griegos y persas, aunque la batalla griega naval por excelencia donde estas naves cobraron un
mayor protagonismo fue la batalla de Salamina, encuadrada en
la segunda guerra médica (denominada así porque los griegos luchaban contra los
medos, que era como denominaban a los persas)
El mundo greco-persa durante las guerras médicas |
El antiguo imperio persa se extendía desde el mar
Caspio y los límites de la estepa rusa por el norte, hasta el río Indo por el
sur. Al este sus territorios llegaban hasta los confines del desierto del Gobi
y, al oeste, desde el Egipto faraónico (un antiquísimo imperio reducido en la
época a satrapía persa) hasta la península de Anatolia, la actual Turquía. En
las costas occidentales de Anatolia, bañadas por el mar Egeo, había una serie
de colonias griegas (Éfeso, Mileto, Mitilene, Halicarnaso, Focea…etc) que
estaban en conflicto con sus vecinos (tanto griegos como persas) y que no se
sometían a la autoridad del rey.
Éstas se sublevaron en el año 500 a.C. comenzando de esta forma las guerras médicas. Tras una ardua campaña, plagada de traiciones de griegos contra sí mismos, los persas consiguieron sofocar la rebelión venciendo en la batalla naval de Lade en el 494 a.C. Tras algunas expediciones infructuosas promovidas por el Gran Rey Darío para castigar a las polis que ayudaron militarmente a las colonias, entre ellas Atenas, la primera guerra médica acabó con la derrota persa en Maratón. Un soldado griego fue el encargado de llevar corriendo 42 km las noticias sobre la victoria helena a Atenas, y nada más llegar y comunicar las buenas nuevas murió de agotamiento. Gracias a este anónimo guerrero y a su gesta, tenemos hoy en día la famosa prueba atlética de resistencia.
La segunda guerra médica comenzó cuando el hijo de Darío, Jerjes, protagonizó otro intento de invasión en el 480 a.C. Reunió la mayor flota de la historia, que no fue superada hasta el desembarco de Normandía en junio de 1944. Había naves egipcias, chipriotas, griegas y de los diferentes territorios persas. Tras cruzar el Helesponto, el ejército persa fue haciendo capitular a las diferente polis griegas norteñas, intimidadas ante la imponente masa de guerreros provenientes de todas las partes del imperio. Esta se dividió en tres columnas, una avanzaba por la costa a la vista de las naves, otra por el interior, y otra entre ambas al mando del mismo Jerjes. Tras la batalla de las Termópilas, valientemente librada por los espartanos y sus aliados en el estrecho paso de “las puertas calientes”, los persas llegaron a Atenas.
Éstas se sublevaron en el año 500 a.C. comenzando de esta forma las guerras médicas. Tras una ardua campaña, plagada de traiciones de griegos contra sí mismos, los persas consiguieron sofocar la rebelión venciendo en la batalla naval de Lade en el 494 a.C. Tras algunas expediciones infructuosas promovidas por el Gran Rey Darío para castigar a las polis que ayudaron militarmente a las colonias, entre ellas Atenas, la primera guerra médica acabó con la derrota persa en Maratón. Un soldado griego fue el encargado de llevar corriendo 42 km las noticias sobre la victoria helena a Atenas, y nada más llegar y comunicar las buenas nuevas murió de agotamiento. Gracias a este anónimo guerrero y a su gesta, tenemos hoy en día la famosa prueba atlética de resistencia.
La segunda guerra médica comenzó cuando el hijo de Darío, Jerjes, protagonizó otro intento de invasión en el 480 a.C. Reunió la mayor flota de la historia, que no fue superada hasta el desembarco de Normandía en junio de 1944. Había naves egipcias, chipriotas, griegas y de los diferentes territorios persas. Tras cruzar el Helesponto, el ejército persa fue haciendo capitular a las diferente polis griegas norteñas, intimidadas ante la imponente masa de guerreros provenientes de todas las partes del imperio. Esta se dividió en tres columnas, una avanzaba por la costa a la vista de las naves, otra por el interior, y otra entre ambas al mando del mismo Jerjes. Tras la batalla de las Termópilas, valientemente librada por los espartanos y sus aliados en el estrecho paso de “las puertas calientes”, los persas llegaron a Atenas.
Movimientos griegos y persas: Termópilas y Salamina |
Para entonces, un
astuto político ateniense de nombre Temístocles, había convencido a los
ciudadanos de su polis de crear una formidable flota con la que hacer frente al
enemigo, recurriendo a la superstición ateniense al recordarles que el oráculo de Delfos había dicho que si querían
vencer debían construir un “muro de madera”. De modo que mientras los
espartanos y los tespios eran aniquilados en las Termópilas y las noticias
llegaban a conocimiento de los griegos, estos desecharon su plan original de defender
los estrechos de Artemisio puesto que ya carecía de sentido. La
flota aliada entonces navegó desde Artemisio a Salamina para ayudar en la
evacuación final de Atenas (ver mapa anterior). Estando en ruta, Temístocles
dejó inscripciones dirigidas a los tripulantes griegos jonios de la flota persa en todas las
fuentes de agua en las que tendrían que parar, pidiéndoles que desertaran por
la causa helena. La flota griega, reforzada ahora con 378 barcos (la mayor parte
de ellos trirremes), se situó entre Salamina y el golfo Sarónico. La armada
persa se situó en las playas próximas a Falero. En ese momento, Temístocles
simuló que la flota griega huía, por lo que consiguió que los persas se
adentraran en la bahía de Salamina para bloquearla con la intención de evitar
que los helenos huyeran. Los medos permanecieron toda la noche en el mar, por
lo que a la mañana siguiente sus tripulaciones estaban exhaustas, con la
subsiguiente desventaja estratégica.
Comenzó así la famosa batalla de Salamina, en la que
los griegos se jugaron el todo por el todo. Si perdían, lo más seguro es que
pasasen a formar parte del imperio persa como una provincia más y puede que la historia fuese hoy en día muy diferente. Pero usando la
astucia y aprovechando el terreno en su beneficio, consiguieron doblegar a un
enemigo muy superior en número.
Vísperas e inicio de la batalla de Salamina |
Desarrollo de la batalla |
“Adelante hijos de Grecia, liberad vuestra
patria, a vuestros hijos, a vuestras mujeres, los templos de los dioses de
vuestros padres y las tumbas de vuestros antepasados: esta es la batalla por
todo ello.”
Himno entonado por los
marinos griegos en Salamina
Los relatos llegados
hasta nosotros, como es habitual, son confusos. Los persas enfilaron hacia el
estrecho y, tras entablar combate los barcos egipcios con los corintios, los
griegos comenzaron a retroceder hacia la parte más angosta del paso, de apenas
1,8 km. Esto hizo que los persas perdieran la ventaja del número, ya que
resultó contraproducente: empezaron a amontonarse y a resultar totalmente
ineficaces contra la flota griega que además de embestirles frontalmente,
también les atacaron por el flanco.
Las batallas navales de la época se convertían en confusas melés de embarcaciones, y Salamina no fue una excepción. Los griegos, con una capacidad de maniobra superior a los amontonados persas, pusieron en juego su infantería de hoplitas que superaba claramente a la persa en equipamiento, entrenamiento y motivación. De esta forma, la moral persa se derrumbó antes que la griega y trataron de retirarse de forma desordenada, muchas veces chocando entre sí, mientras el Gran Rey Jerjes era testigo de todo ello desde un promontorio en tierra firme donde había instalado su trono al inicio del enfrentamiento. Entre las miles de bajas persas que hubo aquel día, se encontraba el propio hermano de Jerjes. Aunque esta derrota no supuso el fin del imperio Persa ni del Gran Rey, la enemistad greco-persa se mantuvo hasta que las conquistas de Alejandro Magno pusieron fin al imperio de los aqueménidas.
Las batallas navales de la época se convertían en confusas melés de embarcaciones, y Salamina no fue una excepción. Los griegos, con una capacidad de maniobra superior a los amontonados persas, pusieron en juego su infantería de hoplitas que superaba claramente a la persa en equipamiento, entrenamiento y motivación. De esta forma, la moral persa se derrumbó antes que la griega y trataron de retirarse de forma desordenada, muchas veces chocando entre sí, mientras el Gran Rey Jerjes era testigo de todo ello desde un promontorio en tierra firme donde había instalado su trono al inicio del enfrentamiento. Entre las miles de bajas persas que hubo aquel día, se encontraba el propio hermano de Jerjes. Aunque esta derrota no supuso el fin del imperio Persa ni del Gran Rey, la enemistad greco-persa se mantuvo hasta que las conquistas de Alejandro Magno pusieron fin al imperio de los aqueménidas.
“Recuerda que has vuelto a casa cumplido el
propósito de la expedición; porque has incendiado Atenas.”
Reina Artemisia a
Jerjes tras Salamina, según Heródoto.
Roma:
De las guerras púnicas al dominio del Mare Nostrum
Antes del primer gran
enfrentamiento con Cartago, Roma estuvo concentrada en guerrear con todos sus
vecinos e ir expandiendo sus territorios, sin hacer excesivo caso al mar. La
liga latina, el poder samnita, la Magna Grecia, la amenaza de Pirro… poco a poco
Roma consiguió dominar toda la península itálica por la fuerza de las armas,
consiguiéndolo definitivamente en el s. III a.C. Sin embrago, la “classis” o
flota romana, estuvo concentrada en tareas menores como la escolta de
transportes y mercaderes, sin participar de forma activa en grandes batallas o
realizar travesías de envergadura. Tal meteórica expansión hizo que los
intereses de Roma chocaran de frente contra una potencia naval y comercial
ubicada donde hoy se encuentra la actual Túnez: Cartago. Esta antigua colonia
fenicia, que según las leyendas fue fundada por la princesa Dido, poseía una
formidable armada que superaba con creces a la débil flota romana.
Al inicio de la
primera guerra púnica en el 264 a.C., las cordiales relaciones entre las dos
potencias como en tiempos de la amenaza del rey Pirro, eran ya historia. Roma
era un país de campesinos que se convertían en soldados en caso de necesidad,
con un alto nivel patriótico. Los cartagineses eran una nación de latifundistas
obligada a contratar mercenarios para su ejército. Los romanos no poseían
territorios más allá de Italia; el poder colonial cartaginés era inmenso, así
como sus ingresos del tesoro (en contra de los magros ingresos del erario
romano). Con la isla de Sicilia como escenario y la ayuda a un grupo de
mercenarios allí establecido enfrentados a la ciudad de Siracusa, comenzó uno
de los primeros conflictos “internacionales” del mundo. El senado romano y la
asamblea popular aprobaron enviar ayuda militar a los mamertinos entrando así
en guerra con Cartago. Debido al terreno montañoso de Sicilia y la dificultad
de operar en él, la mayor parte de las operaciones militares de este conflicto
fueron marítimas. Ambos bandos invirtieron grandes sumas en el mantenimiento de
sus flotas y esto al final decidiría de forma decisiva el curso de la guerra.
Mapa de la república romana y Cartago poco antes de la Primera Guerra Púnica |
Los romanos sabían que
no vencerían a Cartago de no arrebatarles la supremacía naval en el
Mediterráneo, por lo que se pusieron a ello con gran empeño. Como no tenían una
tecnología naval avanzada, la construcción de su nueva flota dependió de la
copia de otros barcos encallados o capturados. Hay varias hipótesis acerca de
este punto, e ideas muy dispares. Desde navíos de guerra capturados a los
cartagineses, a marineros griegos contratados oriundos de la Magna Grecia o un
barco fenicio que había encallado en sus costas debido a una tormenta.
Posiblemente no hubiera sólo una opción y fuese una combinación de varias. En
todo caso, los romanos construyeron en unos astilleros improvisados una armada
de más de 100 quinquirremes, las naves más modernas de la época que tenían 5
filas de remeros dándoles una gran maniobrabilidad.
Quinquirreme romano |
En la imagen puede apreciarse a proa un curioso mecanismo que no se había visto hasta esta fecha en barcos similares. Se trata del corvus, un invento que los romanos seguramente desarrollaron para compensar su falta de destreza en el mar. La fortaleza de las fuerzas armadas romanas residía en su infantería, pues llevaba siglos luchando pese a que la joven república sólo llevaba 2 siglos de existencia (Roma fue fundada como una monarquía hasta que los romanos echaron a los reyes fundando la república, donde el senado y varias asambleas tenían el poder) Entonces para conseguir igualar la pericia cartaginesa en el mar, debía ser con astucia. El corvus simplemente era una pasarela de madera reforzada y hierro, con un objeto afilado en su extremo a modo de pincho, el cual se clavaba en el barco enemigo permitiendo a la infantería romana atacar a la débil dotación cartaginesa sin necesidad de ejecutar complicadas maniobras de abordaje. Pese a que fue un adelanto para la época y toda una ventaja estratégica, también tenía sus contras. EL corvus hacía a la embarcación más pesada, haciéndole más inestable y más propensa a sufrir daños o hundirse durante una tempestad en el mar. Esto, añadido a la poca experiencia marinera de los romanos, incrementaba de forma notable el peligro.
Corvus en un trirreme romano |
Pese a todo ello, los
romanos obtuvieron varias victorias frente a la flota cartaginesa. En la
primera victoria naval romana, la batalla de Milas, el cónsul Cayo
Duilio sorprendió y batió a la flota cartaginesa en el 260 a.C. Las fuerzas de
ambos bandos contaban con unas 130 naves cada una. Los cartagineses, creyéndose
superiores y confiándose, formaron la clásica línea de batalla y trataron de
abordar de forma individual a los navíos romanos, siendo algunos de estos embestidos.
Pero fue en este momento cuando los cartagineses advirtieron su error, al
conocer por primera vez la eficacia del corvus. La propia nave insignia
cartaginesa fue abordada y rendida, escapando el comandante por los pelos en un
bote de remos, lo que contribuyó a un mayor desorden en las fuerzas
cartaginesas. Gracias a esta victoria, el cónsul Cayo Duilio adornó la
plataforma del orador en el foro romano con los espolones capturados a los
barcos enemigos. A partir de entonces se denominó la rostra.
Pese a todo ello, la
república perdió inumerables naves y no sólo en batalla; sobre todo en
tormentas y tempestades que como se ha explicado antes, se cebaban en los
inestables barcos romanos con el pesado corvus. Se llegaron a perder varias
flotas y a punto estuvo Roma de llegar al colapso económico (el senado llegó a
establecer un tributo especial a los ricos con el objetivo de sufragar una
nueva flota). Esto fue una de las causas por las que el corvus fue finalmente
retirado de las naves republicanas. Tras 23 años de conflicto, Roma venció en
la Primera Guerra Púnica y con el tiempo se adueñó del mediterráneo (tuvieron
que darse la segunda y tercera guerras púnicas para eliminar totalmente la
amenaza de Cartago).
Además de los ya conocidísimos trirremes y los poderosos quinquerremes, existían también los hexarremes e incluso naves superiores, aunque se usaban generalmente como buques insignia o de exhibición. También existían embarcaciones menores como la liburna. Los romanos aplicaron un arma de asedio especial, originalmente inventada por los griegos, que se acoplaba a estas embarcaciones y servían para despejar la cubierta de los barcos enemigos antes de un abordaje: la balista. Se servía de dos muelles de torsión con palancas insertadas en cuerdas retorcidas hechas con tendones de animales y era tremendamente poderosa para su tamaño. Disparaba dardos de hierro o pesados proyectiles y era efectiva a partes iguales contra la caballería y contra la infantería. También podía desplegarse para destruir fortificaciones no demasiado resistentes durante los asedios.
Tras someter a Cartago Roma fue ganando en expansión territorial y con ella nuevos enemigos. Los etruscos, latinos, samnitas, el galo Brenno, el rey Pirro de Epiro, el cartagines Anibal Barca…dieron paso a otros como Mitrídates VI, rey del Ponto, Vergincetórix…etc. Y no sólo grandes enemigos en tierra, sino otros formidables oponentes y esta vez por mar: Los piratas. En tiempos en que la república ya no tenía un poderoso enemigo al que combatir, con la consiguiente reducción de la flota y estando sumida continuamente en enfrentamientos internos y guerras civiles, la piratería floreció en el Mediterráneo.
Esta llegó a ser una auténtica plaga que devastó asentamientos y ciudades, y perjudicó seriamente el comercio durante años. Quizás la clase pudiente romana se beneficiaba de la situación, ya que la actividad pirática mantenía los precios de los esclavos bajos y altos los abastos. Ellos se aprovechaban del flujo de esclavos para trabajar en sus grandes propiedades, mientras los mercaderes humildes y la plebe sufrían. Los mercaderes del mundo antiguo no navegaban en barcos similares a los de guerra, ya que era muy costoso mantener una tripulación de remeros. En su lugar usaban naves con una sola vela en el palo mayor, algunos con un bauprés opcional, y una segunda vela cuadrada de menor tamaño. Por lo general tenían una eslora de unos 30 m (aunque algunos alcanzaban los 60 m) y 8 m de manga, transportando cargas de hasta 150 toneladas. No eran embarcaciones rápidas ya que su principal función era transportar la mayor carga posible, no la velocidad ni la maniobrabilidad, y la tripulación era reducida (unos 15 hombres aproximadamente, para ahorrar costes)
Corbita romana |
Los piratas
aprovechaban su velocidad, y usaban el miedo y la intimidación como armas
poderosas: Ante ellos la mayoría de mercantes optaba por rendirse y entregar su carga. El poderío de estos “bandidos del mar” creció tanto que hasta Espartaco,
en el 72 a.C. negoció con ellos la evacuación de su ejército de antiguos
esclavos y gladiadores: Unos 90.000 hombres, mujeres y niños. Finalmente fueron
sobornados por Craso evitando que se llevara cabo la operación, y el resto como
suele decirse, es historia. Tras débiles intentos por parte de Roma de acabar
con ella, finalmente se encomendó la misión al por entonces hombre fuerte de la
república: Cneo Pompeyo Magno. Protagonista de una carrera militar distinguida
y un meteórico ascenso, fue nombrado comandante de un ejército a los 24 años de
edad. Fue partidario de Sila en la primera guerra civil, y fue este mismo el
que le impuso el sobrenombre de “El Magno”.
Busto de Cneo Pompeyo Magno |
Se le concedieron
ingentes recursos para hacer frente a esta amenaza, entre ellos 500 barcos y un
total de 120.000 hombres dirigidos por 24 jefes militares bajo su dominio
absoluto. Se le concedió el poder total sobre todo el Mediterráneo y un tesoro
sin límites. El proceso de limpieza de Pompeyo fue magistral: dividió el mar en
13 áreas de operaciones, y asignó una flota a cada una proporcional a la
amenaza a eliminar. Se acosó a los piratas de tal forma que tuvieron que buscar
refugio en la costa, donde fueron aniquilados. Algunas escuadras piratas
débiles se rindieron a Pompeyo, y un gran acierto fue no crucificarlos a todos
(método habitual para castigar la piratería). Justo por dicha magnanimidad,
muchos piratas enviaron mensajes de rendición desde sus bases en Creta, donde
estaban siendo sitiados por Metelo. Toda esta operación contra los piratas
mediterráneos no duró más de 40 días, un éxito rotundo e impresionante dada la
velocidad de las naves de la época.
Tras la guerra civil
de Pompeyo contra César, y el ascenso al poder de Octaviano tras derrotar a las
fuerzas de Marco Antonio y Cleopatra en la batalla naval de Accio, en el 31
a.C., comenzó la época de mayor esplendor en la historia de Roma: El imperio.
Dos
flotas fueron las encargadas de velar por la seguridad del Mediterráneo, la
"Classis Misenensis", con base en Miseno creada en el 27 a.C., y la
"Classis Ravennatis", con base en Rávena desde el 27 a.C.
Tras conquistar las grandes islas mediterráneas, Hispania, África y las costas
de la actual Siria, Líbano e Israel, los romanos convirtieron este mar interior
en una pacífica balsa, sin grandes enemigos a los que combatir, y a la que
denominaron “Mare Nostrum”. El nombre
habla por sí solo.
Con la caída del Imperio Romano de Occidente y la entrada de Europa en la Edad Media, el mundo occidental dio un giro de 180º, con el establecimiento de los reinos "bárbaros" en las antiguas provincias romanas. Cambió el panorama político,
económico y militar, y por supuesto la relación del ser humano con el
mar, desde la simple navegación a las grandes batallas. Nuevos descubrimientos,
novedosas armas, estrategias y enemigos, ampliación de horizontes, pioneros y nuevas
rutas….y de todo ello (y espero que más) iremos hablando en las siguientes entradas de este blog.
C.D. Churruca. 3-7-2014
BIBLIOGRAFÍA
Foto1: http://mas-historia.blogspot.com.es/2011/05/egipto-el-rio-nilo-geografia-y-primeros.html
Foto2: http://construyendo-barcos.blogspot.com.es/2011/04/nave-egipcia-ii.html
Foto3: http://gradohistoriaarteuned.wordpress.com/2014/02/08/mapas-del-antiguo-egipto/
Foto4: http://www.wikipedia.org/
Foto5: armament-history.blogspot.com.es
Foto6: http://lakodaemon.co.uk/the-ships-of-the-sea-peoples-part-2/
Foto7: http://www.fotosimagenes.org/pentecontera
Foto8: http://www.hobbiesguinea.com/product_info.php?products_id=4337
Foto9: http://historiaeuropa.files.wordpress.com/2012/06/bigatheniantrireme.jpg
Foto10: http://www.grijalvo.com/Rebolo_Gomez_Rafael/Armada_Cartaginesa/3_2_Trirreme.htm
Foto11: http://www.wikipedia.org/
Foto12: http://www.wikipedia.org/
Foto13: Aparecido en National Geographic. Historia, nº 7. RBA Revistas, 2.004. y sacado de http://www.sofiaoriginals.com/mar631salamina3.htm
Foto14: Aparecido en National Geographic. Historia, nº 7. RBA Revistas, 2.004. y sacado de http://www.sofiaoriginals.com/mar631salamina3.htm
Foto15: http://www.historia-roma.com/mamertinos.php
Foto16: http://guerracontraroma.blogspot.com.es/2011/01/1-guerra-punica.html
Foto17: http://daniserr.www51.a2hosting.com/wordpress/articulos/articulos-de-pintura/la-armada-romana-en-las-guerras-punicas-victor-aceba
Foto18: http://www.honga.net/totalwar/rome2/unit.php?l=es&v=rome2&f=rom_scythia&u=Scy_Ballista_Five
Foto19: http://www.portugalromano.com/2013/08/reconstituir-os-tipos-de-barcos-romanos-da-costa-atlantica-luis-fraga-da-silva/
Foto20: http://apasionadosporlahistoria.blogspot.com.es/2010/10/el-tragico-final-de-pompeyo-magno.html
Información obtenida en:
- Desperta Ferro Nº6: Talasocracias. Desperta Ferro Ediciones.
- Técnicas bélicas de la guerra naval (1190 a.C. - Presente) Editorial LIBSA.
- http://www.mundohistoria.org/blog/articulos_web/la-flota-del-faraon-poder-naval-imperio-nuevo
- http://legioviiclaudia.blogspot.com.es/2013/10/la-flota-de-guerra-romana-de-sus.html
- http://www.wikipedia.org/
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